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viernes, 29 de enero de 2010

Efecto Yu Gi Oh en Cuba




Actualmente los niños en Santiago de Cuba hablan de ataque, de defensa, polimerización, magos, dragones, rituales, cartas mágicas y trampas. Encuentran una nueva motivación para asistir a la escuela: Realizar ver quien tiene más cartas, el más fuerte y el conoce más del juego de Yu Gi Oh.

Alimentar las fantasías heroicas de los niños cubanos con dibujos mangas y anime no es un fenómeno nuevo. Basta con recordar sus predecesores Voltus 5 o los Gatos Samurais y la saga de los Pokemones. Lo que sucede es que ninguno de los antes mencionados proveía a los adeptos de las herramientas y artilugios necesarios para materializar las fantasías.





Específicamente me refiero a las dichosas cartas, con sus niveles, poderes y efectos. Ya sean cartas originales, y quien sabe de donde salen porque en las tiendas no se venden, o impresas en hojas que se venden al por mayor en redes ilegales de personas que inteligentemente han aprovechado la situación creada por el anime, y las más codiciadas por ser de cartón y a precios asequibles, las impresas en cartón.

Los profesores de primaria y de secundaria se quejan porque los alumnos antes no prestaban mucha atención a las teleclases, ahora menos; los padres, porque sus bolsillos no pueden sufragar las novedades en el área de magos oscuros y carabelas invocadas. Todos culpan la maldita Televisión Cubana.

¿Cómo satisfacer las fantasías de la niñez en Cuba? ¿Con Elpidio Valdés?



Parece que se les olvidó que no fue muy feliz el regreso de Elpidio Valdés en aquella serie en la que el famoso personaje de Padrón dejaba atrás la época colonial de los españoles y se embarcaba en la nueva aventura contra la intervención norteamericana en Cuba. Ninguno de mis sobrinos disfrutó la serie.

No ha sido muy feliz, de manera general, el paso de Elpidio Valdés por la era de la digitalización. Pero la era de los cero y uno no se lleva bien con los muñes cubanos. También hay que recordar a Cecilín y Coty, este último tiene unas pequeñas historias que a nadie gusta, a Yeyín y su mala imitación de la Guerra de la Galaxia.
No soy sexóloga ni realizadora, pero si puedo decir que el recientemente estrenado y premiado serial Pubertad, realmente ha causado más preguntas y cuestionamientos en los niños y adolescentes de mi familia que respuestas y conocimientos.

Los animados cubanos están inmersos en una incesante e infructuosa búsqueda de un “animado educativo”, donde lo estético se supedita al mensaje en sí mismo. Algo que en principio no está mal, solo que no conozco a niño alguno que le resulte lo suficientemente atractivo como para dedicarle unos minutos.

Los dibujos animados están orientados, principalmente, al sector más joven de la sociedad, y a los niños, hay que entrarle principalmente por los ojos.

El ya no tan joven canal Multivisión se ha esmerado en presentarle al público cubano infantil una selección de materiales que responda a esos preceptos. Y sin lugar a dudas, con algunos deslices, así lo ha logrado.

Recordar a Dora la exploradora, que si bien visualmente no representa ningún cambio revolucionario en el animado, si lo es en el público cubano esa forma de interactuar con sus televidentes. En varias ocasiones mi sobrina ha tenido que llamarle la atención a sus hijos por su gritería cuando viene el zorro, pero no deja de asombrarse cómo es que su hijo de cinco años conoce algunas palabras en inglés. ¿Y entonces?

Yu Gi Oh quizás no sea el ejemplo más feliz, pero sin dudas tiene algunos valores, fundamentalmente el tratamiento de la importancia de la amistad, y está presentado de una forma indudablemente atrayente.
¿Qué los niños jueguen en las aulas o que gasten dinero en comprar ilegalmente las cartas? No creo que sea culpa del dibujo en sí, eso va más con la educación que en sus hogares reciben… mis sobrinos llegan de la escuela y se esmeran en hacer sus tareas lo más rápido posible para a las seis de la tarde ver su serial favorito. Eso sí, mi prima los obliga a hacer sus tareas rápido pero bien hechas, y los recompensa con algunas cartas y el momento feliz del día de ver sus animados.

¿Cierto chantaje emocional? No lo dudo, pero al fin al cabo quien en la crianza de un hijo no ha hecho eso en algún momento.

El problema no es buscar culpables ni decir Yu Gi Oh es malo. Se trata también de entender una situación y saber adaptarla a las necesidades de cada familia en la educación de sus miembros más pequeños.
Estoy segura que de aquí a algunos años, en ausencia de propuestas nacionales lo suficientemente atrayentes, los niños de hoy van a recordar con mucho placer los monstruos y personajes de Yu Gi Oh. De usted depende que sea una herramienta educadora.

1 comentarios:

Ileana dijo...

peor es lo que sucede con las barbies, que si no eres flaca y con una cintura irreal...

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