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domingo, 3 de enero de 2010

Dónde está mi caballero galante…

Confieso que reí el día en que escuché una conversación entre dos pequeños sobrinos míos, uno de siete y el otro de cuatro años. Hablaban de lo que tenía que hacer uno de ellos, el mayor, para enamorar a una muchacha.
Extrañados e incrédulos fueron sus miradas cuando le sugerí que le regalara una flor, que compartiera su merienda a la hora del recreo, o que simplemente le tomara de la mano y que le dijera lo linda que había ido a la escuela ese día.
Para mi sorpresa y primero diversión, me respondieron que de eso nada, que lo que había era que darle un beso en la boca, y que lo de las flores, eso era una guanajería.
Digo que primero fue muy divertido, porque me sorprendió el carácter práctico de su respuesta, más común en una persona de otra edad. Pero que habría de esperarse de un niño, fuente fidedigna y de sinceridad pura, y si además es de un niño cubano, un toque de picardía y de maldad sana no faltaría en sus respuestas.
Pero luego llegó la reflexión: ¿es que acaso el antiquísimo lenguaje de las flores experimenta la agonía de la extinción? ¿Es solamente la apatía ligada con la inexperiencia que en ocasiones hacen presa de los niños, o es la evidencia de que son ellos herederos de un fenómeno que ha ido ganando sitio dentro de la sociedad cubana?
De pronto me puse a hacer un ejercicio de la mente, y sinceramente no recuerdo cuando fue la última vez que una amiga mía haya sido seducida al más puro lenguaje de flores y olores.
Salvo las ocasiones en que por cuestión de trabajo, o en lugares que por una u otra razón han regalado los sobrevivientes soliflores, son contadísimas las veces que un ser llegado a mí, y lista en la que me incluyo, haya sido sorprendida/o con una pequeña nota amorosa escondida entre pétalos y cintas.
Los medios de comunicación tienen la función de refrendar, refutar o crear estados de opinión en la población. También tienen la capacidad de legitimar algunas verdades, amparados en el principio popular de que: “si sale por la televisión, tiene que ser verdad”.
De un tiempo a la fecha, muchos hemos confirmado lo que hacía algún tiempo sospechábamos: aspiramos los cubanos a ser un pueblo culto, pero no nos acercamos a ser el más educado.
En nuestras calles, en las casas, en centros de trabajo, se repite la frase “¿Grabaste?”, refiriéndonos a la campaña que actualmente transmite la Televisión Cubana con el objetivo de hacernos un llamado ante actitudes que a diario vemos y que sin embargo, se han enraizado tanto en nuestra sociedad que no vemos de que forma puede ser una falta de educación y hasta de respeto.
Ahora me viene a la mente la que se refiere a las personas que sin ningún tipo de consideración, arrojan envases plásticos y basura en nuestras calles, sin considerar que son ellos los primeros que se perjudican.
También me viene a la mente el que nos hace un llamado a aquellas personas que sin ningún tipo de conciencia sobre la realidad que afecta a nuestro país, como es la compra de combustibles, sobornan a los funcionarios de la empresa eléctrica.
Y de más reciente realización, es la dramatización que nos alerta sobre una situación que tan a diario vemos, que se hecho algo cotidiano, y me refiero a lo “normal” que es ver hombres, en su gran mayoría jóvenes, andando por las calles, transporte y centros estatales sin camisas o pulóveres.
Quizás pueda ser insignificante que un niño como mi sobrino, considere que sea bonito regalar una flor. Pero es solo el lado más noble de un problema más serio.
Algunos se escudriñan y esconden su falta de educación en los problemas económicos que afectan la isla. No es menos cierto que el transporte en nuestro país se vio gravemente afectado a partir del derrumbe del Campo Socialista, pero de ninguna manera puede servir de justificación a que algunas personas empujen y lleguen a golpear a otros a la hora de abordar un transporte, ni que se hagan los de la vista gorda y se nieguen a dar el asiento a personas mayores o mujeres embarazadas en los ómnibus.
Esos, no son manifestaciones de los problemas económicos, son carencias en el espíritu de los hombres.
Si bien es cierto que me parece muy buena la iniciativa de la Televisión Cubana, no menos lo es que la familia es la primera escuela del hombre. Es allí donde se aprende de ética ante la vida, cortesía y educación, buenos modales y principios. Es por allí por donde se debe empezar a formar en el hombre esas cualidades que nos diferencian de los animales y que nos permiten vivir en una sociedad sin anarquía.
Yo también soy partícipe de esa asignatura pendiente que es la formación de nuestros niños. A mis sobrinos pienso enseñarles que regalar un gladiolo, en el lenguaje de las flores es pedir una cita amorosa, que ayudar a los ancianos a cruzar la calle, es una forma de cuidar a nuestros adultos mayores, y que siempre que sea oportuno decir las cosas de la forma más bella posible, porque como dijera Picasso, el que no regala un elogio, se queda con algo que no le pertenece.

1 comentarios:

karina Sotomayor Otero dijo...

Bueno, no pocos sabios comentan que los pequeños detalles conforman las grandes maravillas del mundo... las niñas y niños, esos locos bajitos son parte de ese mínimo tesoro; las flores, el silencio con la energía de amar y el desvelo desde el imaginario por la cercanía de lo que anhelamos también se incluye en el círculo mágico de esos detalles... Lo cierto es que escribir sobre infantes te alimenta el alma tanto como intentar escribir sobre el amor

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