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viernes, 5 de marzo de 2010

De un Turquino a otro Turquino

Conversación con Clara Castillo Alcántara, primera directora de Tele Rebelde.




Quienes la conocen, me aseguran que es una mujer muy alegre, muy coqueta, siempre con una sonrisa dibujada en su rostro y dispuesta a alegrar a quien lo necesita. Pero eso sí, muy segura a la hora de dirigir un programa, diestra en el manejo de los controles del máster, muy certera en la dirección de actores, coordinadores, camarógrafos y exacta en el momento de cortar un plano o musicalizar un programa.

Nada, que aún cuando logra disimular los nervios que provocan trabajar en la televisión, se muestra hoy como una mujer segura de sí misma y muy alegre a la vez.
Pero esa Clarita no fue la que me encontré el día que decidí escudriñar en su vida. Me esperaba en la recepción del telecentro como quien va a ser juzgada por una deidad. Su sonrisa, con esa alegría característica, era reemplazada por un gesto de amabilidad que esconde el nerviosismo.

Dicen los manuales de periodismo que en presencia de un entrevistado nervioso, primero se debe conversar con él, crear un ambiente de familiaridad y de confianza, y luego, proseguir con la entrevista.

Conversamos sobre los inicios de la programación en la provincia, y es que precisamente, en el 2008, se cumplieron 40 años de la televisión en Santiago de Cuba.

El 22 de julio de 1968 se inauguraba un nuevo canal en la región oriental del país, entonces surgía así Tele Rebelde. ¿Pero qué características tenía este nuevo canal? Clarita me comentó que debía informar sobre la vida cultural, política y social de la región oriental pero con la visión de los pobladores de esta zona.

Además de la parte informativa, existían espacios deportivos, juveniles, musicales, dramáticos, infantiles y variado, con una transmisión de seis horas diarias de lunes a sábado y los domingos a partir de la una de la tarde.

Con cierta añoranza me contó cuando en abril de 1979 se unificó el canal dos con Tele Rebelde, y se mantuvieron los mejores programas que se generaban en este último y el noticiero oriental para la zona. Este canal nacional tomaría el nombre del nuestro, Tele Rebelde.

Algunos años más tarde, el 16 de abril de 1986, sale desde Santiago de Cuba por primera vez la señal de Tele Turquino, el telecentro provincial.

Platicamos por largo tiempo, y luego de conocer brevemente la historia de mi Telecentro provincial, le expliqué que este diálogo era un ejercicio académico, le confesé que pretendía tener algo así como una conversación con ella, no una entrevista propiamente dicha.

Entonces, finalmente, volvió la sonrisa y la mirada cómplice de Clara Castillo Alcántara, la primera directora de televisión que tuvo el entonces Canal Nacional Tele Rebelde.

Todo comenzó a los 10 años de edad cuando en 1958 se convirtió en locutora de un programa infantil en la emisora Radio Turquino, ubicada en la calle Bayamo. Todos los sábados en la mañana los radioyentes escuchaban su voz por la radio. Clara no podía imaginarse que su carrera artística, su acercamiento a los medios de comunicación masivos, comenzaría en una emisora llamada Radio Turquino y que terminaría, décadas después, trabajando en un Telecentro de mismo nombre.

Pero su breve incursión por la radio finalizó cuando decidió, dos años después, cambiar el micrófono por la cartilla de alfabetización. Esta historia pudiera ser muy común para las familias cubanas, pero no lo era para una niña de 12 años, que tuvo la inteligencia suficiente como para comprender la necesidad de los primeros años de la Revolución y la osadía de dejar su hogar y ayudar a quienes más lo necesitaban.

Pero una breve pausa en sus inicios como artistas, no fue suficiente para alejarla del fascinante mundo de los medios de comunicación. Nuevamente llegó a ellos de una forma inusitada.

Tras finalizar la campaña de alfabetización y con solo 12 años, decidió convertirse en instructora de arte, aún permanecía en ella latente el deseo de convertirse en artista de la palabra.

Llegó a La Habana a la Escuela Ciudad Libertad. Compartió con personas de todas las provincias y municipios del país, y de procedencia social muy diversa. Siendo la estudiante más joven de la escuela en la especialidad de teatro, experimentó varios momentos pero que solo hoy comprende cómo determinaron en su vida posterior.

Un día, estando en la oficina del director Castellano, visitó la escuela Fidel Castro. Por el pasillo sintió como anunciaban su visita. Ante su llegada, decidió retirarse un poco. Fidel, al notar su presencia, le preguntó al director por qué se encontraba allí, y este le explicó que por no encontrarse al mismo nivel de sus compañeros, le estaba aconsejando que cambiara de la especialidad de actuación a la de artes plásticas o de danza.

Fidel, de inmediato, se dirigió hacia ella y le preguntó: ¿tú quieres ser instructora de arte? ¿Y vas a trabajar donde la Revolución disponga? Con la timidez de una muchachita de 12 años le respondió que sí. Fidel, entonces dirigiendo su mirada al director, le respondió: “¡Hay Castellanito deja eso!”.

Hoy recuerda la anécdota con cierta sonrisa de complicidad, y recuerda que, gracias a ese día, continuó siendo una de las alumnas más joven de la escuela de instructores de arte. Solo lamenta, años después, que nunca pudo compartir la anécdota y su agradecimiento con Fidel, pues comprende que nunca hubiese sido ni buena bailarina ni buena artista de la plástica.

De regreso en Santiago de Cuba, comienza a trabajar en Dos Caminos donde estuvo durante tres años y algunos meses, hasta que es trasladada para trabajar en el plan del cultivo de tomates en el municipio de Mayarí. Regresa a la ciudad, y al poco tiempo, comienza en la Televisión, en el entonces Canal Nacional Tele Rebelde, canal destinado para promover el acontecer de la región oriental del país.

En 1968, existían en Santiago de Cuba pocas personas con conocimientos del medio, y los que lo tenían, eran empíricos. Así que una persona que supiese algo de arte, era algo más que nada. Esa fue una de las razones por las cuales entró a trabajar en Tele Rebelde, porque tenía conocimientos de la actuación.

La otra razón, fue el destino.

Comenzaron a trabajar 4 graduados de instructores de arte y cada uno fue asignado en un puesto distinto. Por una cuestión del azar, Clara Castillo Alcántara debía aprender el trabajo de un director de televisión, la encargada de su educación fue la directora de la Habana Consuelo Elba Álvarez, quien se encontraba colaborando con el canal que comenzaba y era la directora de la programación infantil.

Cuenta que en ese momento, el entonces director general del canal Jesús Cabrera, le orientó que debía trabajar con una mujer y señaló hacia un lugar donde se encontraba Consuelo, pero desconocía cuál era el oficio que iba a aprender.

Lágrimas salieron de su rostro cuando se enteró que iba a convertirse en directora de televisión. En la escuela era muy buena en la pantomima, y es que era la actuación lo que ella había estudiado y deseaba realizar. Ese era su sueño. No obstante, hoy nos confiesa ser una amante de su trabajo.

Comenzó trabajando en la programación infantil, en El Recreo Infantil. Quizás, por haber sido precisamente este tipo de programa de televisión en el que comenzó su carrera, que en la actualidad sean los infantiles su programación preferida.
Jesús Cabrera decidió que se convirtiera en directora de programas infantiles debido al peso que tenían estos en la programación del canal. Existían tres programas infantiles basados en las necesidades de los niños. En aquel entonces, en las escuelas en Santiago de Cuba, los profesores en algunas escuelas no consideraban el recreo como un momento de esparcimiento y de juego. Es cuando surge el programa de participación El Recreo Infantil como medio para orientar a los niños y sus profesores. Actuaban magos, payasos y una locutora. Completaban la programación Taller de Muñecos y Cuento Infantil.

Fue El Recreo Infantil quien hizo a Clara Castillo Alcántara directora de programas de la televisión. El mismo era dirigido por Consuelo Elba Álvarez quien en una ocasión tuvo que viajar a La Habana por cuestiones familiares, y ese mismo día Clara fue, por primera vez, directora de un programa en vivo completamente sola. Al finalizar, Jesús Cabrera le dijo: “¡Ya eres directora de programa!” Tiempo después, salía un escrito en la Revista Bohemia titulado “Clara Castillo Alcántara: la directora más joven de Cuba”.

Ya anteriormente había tenido a cargo la realización del mismo, pero nunca antes se había enfrentado completamente sola a la responsabilidad de dirigir un programa, que por demás, era en vivo, con participación de niños y donde interactuaban actores y una locutora.

El nerviosismo que sintió en aquel momento, aún hoy no ha desaparecido. En la actualidad gran parte de los programas en la televisión cubana son grabados, pero aún así, nos confiesa que el proceso de grabación la asusta muchísimo.

Y es que los nervios le han hecho dudar de su aptitud como directora, incluso en una ocasión hicieron que se decidiese a abandonar el medio. Al cabo de dos o tres años de trabajo, le informó a Jesús Cabrera y este le explicó que el día que no sintiese eso es, debía dejar el oficio, por respeto a ella y al arte que hacía. Durante décadas, Clara ha aprendido a vivir, o convivir, con sus nervios…

Y es que los años de trabajo le han hecho acreedora de numerosas anécdotas de los inicios de la televisión en nuestra provincia.

Con una mezcla de melancolía y sonrisa de quien recuerda picardías, me reveló algunos trucos de la televisión en vivo, cuando se montaba en menos de 20 minutos un round de boxeo, o de la ocasión en que uno de los padres de la locución y conducción en Cuba, Germán Pinelli, salió a la calle en ropa interior cuando por primera vez sintió un temblor en nuestra ciudad. O de las veces que se comió las uñas cuando el avión en que venía Pinelli llegaba tarde y él entraba en medio del programa, sin saber quienes eran los invitados musicales, sin saber de qué tema se trataba y sin hablar con Clara… finalmente, salió todo bien.

También me contó con orgullo algunas de las personas que conoció años atrás: Rosita Fornés, músicos de la Orquesta Aragón, Omara Portuondo, Elena Burke y Moraima Secada, Consuelito Vidal, Dinora del Real, José Antonio Espinosa, y muchos más.
Casi al final, la melancolía enrareció el clima de la conversación. Llegó la añoranza por los tiempos en que la televisión que se hacía en Santiago era distinta: un canal de televisión nacional, donde actuaban las personas más importantes del panorama cultural de la sociedad cubana, añoranza por un tiempo en que se conocía y reconocía a Santiago de Cuba como la verdadera segunda ciudad de importancia del país. Un tiempo en que nadie sabía nada y lo poco que conocían, lo compartían entre todos, un tiempo de aprendizaje y de búsqueda, de cometer errores y de aprender de ellos.

Termino esta conversación con una mujer que impresiona por los reconocimientos alcanzados durante décadas, pero también sorprende por su carácter, por los conocimientos que tiene y por todas las anécdotas que aún esperan por ser descubiertas.

Me voy triste porque la dejo pensativa, preocupada por el futuro de la televisión en nuestra ciudad: le preocupa que los jóvenes que llegan a esa escuela que es Tele Turquino, no sientan como ella la pasión por un medio que tuvo la oportunidad de ver crecer.

1 comentarios:

Harold Santana dijo...

Excelente acercamiento a la historia de la programación infantil de la televisión de Santiago de Cuba. Bravo, Kora! En verdad, necesitamos más Claritas.

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